lunes, 7 de julio de 2014

5 julio, 2014

Sábado intenso. Vi a Mau y le conté todo con detalle y muy en orden. A todo el mundo le pasa lo mismo que a mí, primero se enamoran de Óscar y luego lo odian. Yo todavía no lo odio, sé que probablemente algún día lo haga para poder romper con él y luego será equis. Mientras tanto lo disfruto mucho. Planeo absorberle todo lo que pueda mientras esto dure. Ok, suficiente de pre-amargura.
Después de una cerveza y un whisky japonés, Mau me llevó al metro y empezó la segunda aventura de la noche. Debo recordar llegar a Iztapalapa mientras aun sea de día. No es razonable, ni siquiera tranquilizante llegar una vez que se haya puesto el sol.
No solo llegué cuando ya la noche se había establecido, sino que salí justo en frente de un panteón. No era exactamente reassuring.  El único lugar bien iluminado era una paletería de La Michoacana que estaba a un lado. Pero no me supieron decir cómo llegar a la calle de Hidalgo.
Finalmente un chico sí supo y con seguridad me dijo cómo llegar y llegué al mercado y de ahí ya no supe cómo moverme. Le hablé a Anto y a las quinientas me contestó, me pasó a Ernesto y ya llegué. No estaba lejos, pero sí aterrada porque no sabía dónde estaba. Una vez dentro respiré y descansé. Me senté con Fabi y discretamente escanée el lugar buscando a mi Mr. Charming. No había llegado. Como a la hora llegó. Fue a saludar a todo el mundo y Anto me lo llevó de la mano. -Clau, aquí te buscan, me dijo.
Ya no se separó de mí en toda la noche, excepto para platicar con Wilebaldo y luego con Malú.
Desde que llegó me preguntaba si ya me quería ir. Y el que se quería ir a otro lado era él.
Después del pastel y de un buen rato, de platicar y de incluso que se fuera Fabi, de que él cenara y de que platicáramos con Anto y Rubén, nos fuimos. Y bueno, después de una última chela, un último cigarro, una última tostada, un último baile.
En el auto me abre la puerta, me meto y se queda en la puerta viéndome y me pregunta, -¿Te acuerdas que la última vez me dijiste que te gustaba el chocolate?
-Sí...- Contesté dudosa, en tono de pregunta.
-¿Y ya viste lo que hay ahí? Me dijo señalando la parte lateral de la puerta, donde hay como un espacio para guardar cosas.
Vi que había un par de chocolates Lindt, oscuros, uno de 70% y el otro de 90%. La enorme sonrisa afloró en mi boca, igual que las chispas en mis ojos. Él también sonrió con satisfacción cuando vio mi alegría. y entonces me preguntó fingidamente serio, -¿Y sabes lo que quiere decir cuando te regalan chocolate?
-No... Contesté en tono de pregunta otra vez.
-Que quieren tener sexo contigo. ¿Sabes qué quiere decir que aceptas el chocolate?
-¿Que acepto tener sexo? Dije en tono de respuesta.
-Exacto.
Y bueno, eso siguió.
Llegando a la casa, cuando los pajaritos ya cantaban, antes de clarear se queda un rato sentado en al auto y me dice, -Falta otra cosa. Y se baja y va a la cajuela del auto. Me acerco y al abrir saca un paquete enorme. -Pero este es para Ame.
Era un block de dibujo enorme y lápices.
Yo no tenía idea de la magnitud del regalo hasta que Ame se despertó y lo vio. Dijo que eran súper buenos y de lo más nice, que eran de los que usaba Emilio. Estaba encantada, pero aún así todavía exige más de Óscar para que se gane su respeto.

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